lunes, 24 de noviembre de 2014

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY, Fiesta patronal del Monasterio y titular de la Iglesia del Monasterio

(Ilustración de Ballester Peña)

HOMILÍA DEL ABAD BENITO VERONESI 

Ez 34,11-12.15-17; 1 Cor 15,20-26.28; Mt 25,31-46

La fiesta de Cristo Rey es tan rica de contenido que la Iglesia la presenta en los tres ciclos con lecturas bíblicas distintas, subrayando así cada año aspectos distintos de la misma. Y, por otra parte, estas lecturas son tan ricas que dejan la posibilidad de meditarlas desde distintos ángulos.
La Palabra de Dios siempre ilumina el Misterio, y el Misterio iluminado ilumina a su vez la historia y la vida del hombre.
La profecía de Ezequiel  nos dice cómo ejerce Cristo su Reinado y cómo tienen que ejercer el poder los gobernantes del mundo. El verdadero REY de Israel era Dios, los reyes eran simples lugartenientes de Dios. Ezequiel en su profecía presenta al rey como pastor. La misión del pastor, del rey, era cuidar de las ovejas, de las débiles no oprimir a las fuertes. Pero los reyes, los pastores no cumplían; eran explotadores. Dos veces en el texto proclamado Dios habla de “mi rebaño” y dos veces de “mis ovejas”. Dios va asumir personalmente el gobierno, el pastoreo “yo mismo apacentaré a mis ovejas”.
La carta a los Corintios nos dice cuál es el objetivo que tiene Cristo en su gobierno y como lo ejerce. Da su vida y resucita para la construcción del reino y logrado esto no lo guarda egoístamente para sí sino que se lo entrega al Padre.
Lamentablemente en nuestra patria estamos viviendo un proceso electoral anticipado y  más lamentable todavía, es el modo de encararlo. Puedo estar equivocado; pero uno queda con la impresión de que no se piensa en la patria sino en intereses egoístas… Cristo Rey ya desde chiquito fue rechazado…Un himno de Epifanía canta: Por qué temes, oh Herodes, que Dios venga a la tierra de que es Rey eterno si él no quita los reinos terrestres sino que da los celestiales reinos”… Nuestra patria necesita candidatos dispuestos al servicio con una honestidad inquebrantable… Alguien propuso la idea de que los próximos candidatos se comprometan formal y públicamente a luchar contra la corrupción y la impunidad. El Papa Francisco dijo que un camino para llegar a la unidad de todos los creyentes en Cristo podría ser el trabajar juntos. Trabajar por salvar a la patria del abismo que representa la corrupción y el narcotráfico podría ser un desafío para todos los argentinos que creemos en Cristo y su Reino…
San Juan en su evangelio, 12,20-22, inmediatamente después de la entrada de Jesús en Jerusalén, dice que unos griegos querían ver a Jesús y se lo dicen a Felipe, este a Andrés y los dos juntos a Jesús… Sabemos de algunos santos, más bien poquitos, que han visto a Jesús… Evidentemente que a todos nos gustaría este regalo; pero no somos dignos… Jesús en el evangelio, que acabamos de escuchar, nos dice que lo podemos ver muy seguido; pero con la condición de que la cosa no quede  en una mirada estéril e infecunda… “Señor ¿cuándo te vimos  hambriento, y te dimos de comer;  sediento, y te dimos de beber?  ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?  ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?". Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Cristo Rey nos invita a verlo en todo hombre necesitado. Cristo Rey nos invita a servirlo en todo hombre necesitado.
Por nuestro bautismo somos reyes con Cristo; por nuestro bautismo tenemos que ser reyes como Cristo. Dispuestos a dar la vida para la construcción del Reino; dispuestos a entregar al Padre junto con Cristo su Reino.

lunes, 17 de noviembre de 2014

HOMILÍA DEL ABAD BENITO EN LAS CONFIRMACIONES (16/11/2014)

Todos los aquí reunidos formamos la única familia de Jesús, el único cuerpo de Cristo; pero podríamos distinguir tres grupos: los confirmandos, los monjes y ustedes los laicos. ¿Qué dice hoy el Espíritu Santo a cada grupo?

A los confirmandos: LG 11 “Por el sacramento de la confirmación se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras”. La confirmación, como su nombre lo dice, confirma, renueva, refuerza el bautismo. El Espíritu Santo desciende nuevamente sobre ustedes y los capacita para defender y difundir la fe. Para defenderla necesitan conocerla cada día más. La confirmación no tiene que ser un chau a la formación cristiana, un chau a la vivencia de los sacramentos, un chau hasta el matrimonio… se trata de una formación cristiana permanente y creciente. ¿Difundir la fe? Con el ejemplo de su vida; pero también con la palabra. Primero en la casa: invitar a la familia a rezar…” papá, mamá vamos a misa”. No tengan miedo, el Espíritu Santo los  ayudará. 

A Los monjes: Somos pecadores. Pero estamos bien acompañados…Francisco aceptó su elección como Papa  con estas palabras: “Soy un gran pecador, confiando en la misericordia y la paciencia de Dios, en el sufrimiento acepto”. San Juan Pablo II, 10 años antes de su muerte y 19 años antes de su canonización, en la encíclica “Ut unum sint” sobre el ecumenismo, escribía: “El Obispo de Roma en primera persona debe hacer propia con fervor la oración de Cristo por la conversión, que es indispensable a “Pedro” para poder servir a los hermanos. Pido encarecidamente que participen de esta oración  los fieles de la Iglesia católica y todos los cristianos. Juntamente conmigo, rueguen todos por esta conversión” (4). Nuestro Padre san Benito reconoce en su Regla que todos sus monjes son pecadores, incluso el abad, que al corregir a los otros “él mismo se corrige de sus vicios” (2,40). Por eso nos recuerda varias veces en su Regla el juicio de Dios y el infierno; pero nos asegura también que el Señor va haciendo su obra en nosotros (P30) y si el monje es fiel a ese obrar del Espíritu Santo  “llegará pronto a aquel amor de Dios que siendo perfecto excluye todo temor” (7,67)  Recen por nuestra conversión…
Quiero aprovechar la oportunidad para aclararles a nuestros vecinos nuestra misión como monjes. Jugamos de suplentes no de titulares. El trabajo pastoral lo tendrían que hacer los curas del clero diocesano; pero son pocos. En su tiempo de abad el P. José le pidió al entonces Arzobispo Monseñor Bozzoli que hiciera parroquia la iglesia de Raco y entonces el párroco, que estaría permanente en Raco, atendería también El Siambón. Bozzoli le contestó: “tengo en la ciudad poblaciones sin cura, mucho más grandes que Raco y El Siambón.”
San Benito les dice a sus monjes: “Que los monjes no tengan necesidad de andar fuera porque eso no conviene en modo alguno a sus almas” (66,7)

A Ustedes los fieles laicos:
En primer lugar, creo que tienen que tomar conciencia de su situación de privilegio respecto a la mayoría de los laicos de Tucumán. Tienen un templo abierto todo el día, tienen la posibilidad de misa diaria, tienen la posibilidad de encontrar un sacerdote para confesarse en muchas y distintas horas del día… pregunten a parientes y amigos que viven en la ciudad cómo es allí la cosa…
Ustedes han recibido el bautismo y la confirmación: son y tienen que ser cristianos misioneros. Ustedes los cristianos de El Siambón han heredado y mantienen cosas valiosísimas del Evangelio: el valor de la vida, el valor de los niños y ancianos, el valor de la solidaridad en los momentos de enfermedades o desgracias, la oración por los difuntos, las nueve noches, la devoción a la Madre María Santísima en sus distintas advocaciones en las distintas grutas. Algunos vecinos nos han hecho la confidencia de que cuando están trabajando en el cerco, sembrando o cosechando están continuamente en oración… pero ¿Cada cuánto vienen a misa?       ¿Rezan todos los días en familia con sus hijos? ¿Les enseñan a rezar o dejan que eso lo haga la catequista o maestra de religión? ¿Se reúnen en familia o en grupos para leer juntos y rezar la Sagrada Escritura, en particular lo que llamamos el Nuevo Testamento?  Todo eso lo pueden hacer sin que vayamos los monjes a sus casas…
Antes del Concilio, hace 50 años, si uno veía un laico con la Biblia, seguro que era un protestante o pentecostal… Hoy todavía, en muchas partes, si uno o dos laicos golpean las manos y llegan a sus casas para hablar de religión o rezar, muy probablemente son  testigos de Jehová o  pentecostales… Eso lo tienen que hacer todos los laicos católicos impulsados por su bautismo y confirmación: cristianos misioneros.
No se dejen quitar la alegría, no se dejen quitar la esperanza, no se dejen quitar el entusiasmo misionero, les dice el Papa Francisco.

Recen por nosotros los monjes para que podamos seguir rezando con ustedes y por ustedes.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Primeras comuniones 9 de noviembre de 2014

PARA VER





PARA PENSAR
(...)
Cuando leamos el evangelio siempre tendremos que tener presente estas palabras de hoy, y no sólo las palabras sino también su contenido, lo que ellas dan a conocer y nos hacen comenzar a conocer: a Cristo Jesús y nuestra relación con Dios: “Así como Yo, que he sido enviado por el padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí”.
Recibimos a Jesús sacramentado y por lo tanto nuestra relación con Jesús se hace muy íntima, tan cercana como nuestro verdadero corazón, de aquí la frase que veíamos hace un rato: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”; qué raro el modo de escribir de Dios: lo hace por su Palabra que es su Hijo haciéndonos hijos suyos, mirando al Hijo en nosotros nos ve a nosotros en él y nos reconoce como propios: “…y ellos serán mi Pueblo” se nos dice siempre.
Por lo tanto, no sólo somos hijos por el Bautismo que todos recibimos, se nos habla nuevamente de esta profunda relación ahora, en la Comunión, tanto a ustedes chicos como a nosotros también. Cada vez que tomamos la comunión Dios nos ve y hace de su familia, nos ve hijos en su Hijo.
(…)
Así es que, de este modo siendo hijos conocemos al Padre, surge dentro nuestro algo que certifica que lo somos, y con esa misma entereza y confianza nos presentamos en el Hijo cada vez que él penetra nuestro interior: comunión en Dios.
De la Homilía del P. Marcelo Maciel, osb.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Imágenes, signos, símbolos

La Palabra de Dios apela a todo esto para que lo busquemos, para que crezca el ansia por medio de la búsqueda, y así comencemos a darnos cuenta que, más que buscar nosotros hemos sido buscados, más aún que encontrar nosotros hemos sido encontrados, más que el atisbo de alegría que podemos llegar a tener se han alegrado por nosotros aquellos que se encuentran en su Presencia.
De este modo se crece y va creciendo el ansia del encuentro, de un encuentro que ya no es esporádico, sino que tienda a durar.
Pero el tiempo de esta ‘duración’ no nos interesa; el punto, el centro de interés es la Presencia en sí, lo profundo a lo que se tiende es la comunión que se realiza por medio de la Presencia, aunque todo sea un modo de hablar, de decir, Presencia y comunión son dadas a la vez como única realidad –aquello señalado como más importante, y una vez dado no nos será quitado.
Templo, río que corre, ángel, medición, saneamiento, curación, testimonio, Dios único que actúa.
Imágenes, signos, símbolos.
Todo esto nos va hablando del último fin para el cual fuimos creados.
Y al ir viendo esto, dándonos cuenta; vamos descubriendo en realidad quienes somos, nos asentamos en la persona, y, como tal, vamos a un encuentro a ese Otro como persona.
Encuentro que aún no se tiene en plenitud, pero horizonte que se va avizorando. Recordemos aquello que nos dicen: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (…), ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es” (1Jn. 3, 1a.2).
Ahí nos dirigimos, ¡vayamos!

P. Marcelo Maciel, osb.