sábado, 27 de mayo de 2017

Lectio divina y contemplación de/con un mural románico catalán de la Santa Cena (La Seu d'Urgell, s. XIII) Segunda Parte

I. Judas, el discípulo traidor-perdido

 

I. 1. Judas, sin manto (Cf. Mateo 22, 11-14), sentado en el piso al otro lado de la mesa (Cf. Apocalipsis 3, 1-6. 14-22).
Lucas 22, 3-6. “Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los Doce… Judas aceptó y buscaba una ocasión propicia para entregarlo sin que se enterara el pueblo”.
Mateo 27, 3-5:“Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos… Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó”.
Hechos 1, 16-20: “El era uno de los nuestros y había recibido su parte en nuestro ministerio. Pero después de haber comprado un campo con el precio de su crimen, cayó de cabeza, y su cuerpo se abrió, dispersándose sus entrañas” (Cf. Marcos 14, 17-21).
Juan 7, 12: “Mientras estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre –el Nombre que tu me diste- yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura”.

I. 2. Los pies de Judas pisados por el pie de Jesús
Génesis 3, 14-15: “Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita seas… El te aplastará la cabeza y tú le acecharas el talón”.
Salmo 18 (17) 39: “los derroté y no pudieron rehacerse, quedaron abatidos bajo mis pies”. (Cf.1 Reyes 5, 17)
Juan 13, 2-5.10-11: “Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo… Ustedes también están limpios aunque no todos. El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: No todos ustedes están limpios” (Cf. Marcos 4, 1-11).
1 Corintios 15, 22-28: “Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies…Ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies”. (Cf. Salmo 110 (109), 1; 8, 7).

I. 3. La mano izquierda de Judas tomando el pescado de Jesús
2 Samuel 6, 6-8: “Cuando llegaron a la era de Nacón, Uzá extendió su mano hacia el Arca de Dios y la sostuvo, porque los bueyes habían resbalado. Entonces la ira de Dios se encendió contra Uzá, Y Dios lo hirió allí mismo por ese error. Así él murió junto al Arca de Dios” (Cf. 1 Crónicas 13, 9-11).
Lucas 22, 21: “La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mi… ¡ay de aquel que lo va a entregar!” (Cf. Génesis 3, 4-6).
Mateo 26, 14-16: “y les dijo: ¿Cuánto me darán si se los entrego?... Desde ese momento Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo” (Cf. Lucas 22,21).
Juan 12, 1-8: “Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella”.

I. 4. La boca de Judas come de la mano de Jesús
Salmo 41 (40), 10: “Hasta mi amigo más íntimo, en quien yo confiaba, el que comió mi pan, se puso contra mí” (Cf. Salmo 52 (51), 3-9).
Juan 13, 18-30: “Jesús le respondió: Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato. Y mojando un bocado se lo dio a Judas, el hijo de Simón Iscariote” (Cf. Mateo 26, 20-25).
“En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: Realiza pronto lo que tienes que hacer” (Cf. Juan 18, 1-5).
Lucas 22, 47-49: “Jesús le dijo: Judas ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?”. (Cf. Mateo 26, 48-52)

“Littera gesta docet”
(la letra enseña los hechos)
Sentido literal
(textual o histórico)
Carnal. Exterior.

Dice Henry De Lubac:

“Aquí está el punto capital: el sentido espiritual de las Escrituras, es el sentido que, objetivamente, llega a las realidades de la vida espiritual, y que, además, en su conjunto, subjetivamente, no puede darse sino como fruto de una vida espiritual. Allí debe llegar: pues mientras no se haya llegado ahí, todavía no se ha alcanzado una interpretación totalmente cristiana de las Escrituras. El Misterio cristiano, en efecto, no es para contemplar curiosamente como un puro objeto de ciencia, sino que debe interiorizarse y vivirse. Sólo alcanza su plenitud cuando llega al alma. También se puede decir al revés: el sentido espiritual de un misterio es el sentido que se descubre, o más bien, en el que se penetra al vivir ese misterio. Más fundamental todavía: todo el proceso de la inteligencia espiritual es idéntico, en su principio, al proceso de conversión. La Palabra de Dios, palabra viva y eficaz, no tiene su acabamiento real y su plena significación sino por la transformación que obra en aquel que la recibe. Por eso se decía: pasar al sentido espiritual”[1].



[1] Exégése Medieval, III, p. 391-392

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